Yogurt



No sé en qué punto de la partida caímos en la casilla de la muerte.

Como un coche a toda velocidad, te perdiste en la tempestad,

aunque ahora la que se pierde entre la tormenta soy yo.


En mi cabeza, empiezo a asimilar que las cosas bonitas tienen fecha de caducidad, y aunque eso haga que mi corazón exprime zumo de sangre que se resbala entre mis dedos, sé que nada es para siempre.


Tantas ortigas que me azotan en la espalda mientras yo seguía confiando en que todo mejoraría, pero veo que es mera ilusión como el agua en el desierto, y de todos los números posibles, elegiste el cero sin duda en primer lugar, demostrando que cada abrazo era un cuchillo clavándose en las cicatrices de las ortigas.


Mis monstruos aparecen, para hacerme ver que las preguntas al aire forman un nudo inexplicable.

Nunca se han ido y han aparecido para abrazarme y apretarme cada vez más fuerte, hasta que mi cuerpo se desvanezca en un río verde que me llevará al éxtasis de la vida.


No sé en que punto de la partida caímos en la casilla de la muerte, pero sin duda, como yogurt caducaste.


Comentarios

  1. Este poema me hizo reflexionar, me calo muy hondo no dejes de escribir está joyas.

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  2. Somos tan frágiles en las manos de algunas personas gracias por publicarlo.

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